Premiación:
Primer lugar: Sábado en la mañana
Segundo lugar: El diablo de las aguas
Viernes 3 de Noviembre de 2017
Auditorio Sonia Fajardo Forero
Microrrelatos:
El diablo de las aguas
Seudónimo: Vicente Luna
Gherson Torres
8vo semestre
Facultad de Psicología
Fui con mi abuelo al lago el día en que Dios prometió devolverle la vista por única vez. Esa tarde azul esperamos en silencio. De pronto vi que sobre el agua se extendía una mancha. De su vientre vi emerger gaviotas curtidas de líquido viscoso, y cientos de peces muertos con sucias algas en sus cuerpos; y la mancha que crecía como sombra devoraba toda vida, rompiendo la armonía. Era el diablo de las aguas, liberado por hombres de traje y corbata. Me pareció que en mis propias lágrimas brotaba ese lago venenoso. Y mi abuelo que esperaba su milagro reconoció mi llanto silencioso. Le dije que volviéramos más tarde, quizás en meses o años, confiando en que Dios prorrogue la promesa. No es justo que mi abuelo abra los ojos y vea el color de su amado lago, como extensión de su ceguera: vacía y negra.
El ambiente, nuestra mejor versión
Merlyn Uyabán Fernández
7mo semestre
Facultad de Psicología
Entre miles y miles de flores y árboles se distraían un par de amigos, les encantaba estar allí, era un lugar hermoso y tranquilo. La ciudad, en donde vivían les parecía muy ruidosa y riesgosa, casi que abandonada a pesar de que mucha gente vivía allí, pero no la cuidaban, siempre estaba muy sucia.
Contemplando el ocaso, a estos dos amigos se les ocurrió una gran idea. Su idea era que todas las personas consiguieran ver el hermoso lugar en donde vivían y lograr que entendieran que tenían la responsabilidad de cuidarla así como, un pingüino cuida y protege a su huevo para que su cría sobreviva. Ellos tenían el deber de enseñarles lo lindo de la ciudad, prepararlos para cuidarla y así lograr disfrutar de un cautivador y encantador lugar. Cultivando constantemente un ambiente sano y limpio, pero sobretodo deleitándose de esta maravillosa ciudad y demostrando su mejor versión.
El verdadero monstruo
Seudónimo: Eka
Angélica María Torres Riveros
6to semestre
Facultad de Psicología
Algunos dicen que soy un monstruo, que solo causo desastres y que no me se controlar. Pero llega un punto en el que ya no puedo más y exploto, y unas pequeñas gotas azules se transforman en todo un océano; y entre más fuertes son mis lágrimas más largos son sus rezos. Otras veces siento que llorar no basta, y creo que la única manera que tengo para que me escuchen es gritando, y destrozando todo a mi paso, empiezo a lanzar con la poca fuerza que me queda unos rayos amarillos tan letales que tienen más poder que cualquier arma que se haya inventado, dejando a mi paso solo muerte y desesperación.
Estoy cansado de que la gente solo huya de mí y se escondan en sus casas implorando piedad, pero no se dan cuenta que lo único que quiero es que me cuiden y que demuestren que les importo. ¿Será que no ven que los verdaderos monstruos son ellos?
Introspección
Seudónimo: Mielle
Michelle Daniela Barreto Martinez
8vo semestre
Facultad de Psicología
Aunque sea insólito e irreal aún recuerdo el día que nací, el día que llegué a ti, sentí como el aire puro llenaba mis pulmones nuevos, limpiaba mi sangre y revitalizaba todo mi ser. A medida que pasaron los años, me cuidaste y brindaste miles de colores, sonidos y aromas; magnificaste mis sentidos. Me mostraste lo grande que eras, me cobijaste con tu naturaleza materna, tus largas ramas me envolvieron y poco a poco me fuiste llenando de vida. Pero a medida que crecía, aprendía como ibas cambiando, envejeciendo e incluso muriendo. Visualicé la avaricia de los hombres, construían en ti, extraían tu esencia y cortaban sin escrúpulos lo que construiste a lo largo del tiempo. Te enfermaron; tus aromas cambiaron; ahora los colores son opacos y te sigues debilitando. Solo pocos nos damos cuenta, solo pocos luchamos, solo pocos sabemos que nuestra fecha de expiración será tu salvación.
Sábado en la mañana
Seudónimo: Queen
Xiomara Alejandra Torres Vergara
6to semestre
Facultad de Psicología
En casa solíamos tener un jardín que en realidad no tenía nada, ni flores ni plantas. Todos los sábados mamá intentaba sembrar algo. Se sentaba por horas a darles ánimo a los futuros retoños. “Son seres vivos” solía decir mamá. No me gustaba la idea de estar lleno de tierra y hablar con las semillas que aún no germinaban; pero mamá murió y alguien tenía que hacerlo.
Es sábado en la mañana, esperaba dormir hasta tarde pero suena la alarma matutina de papá y unos ruidos estruendosos por toda la casa, sé que está buscando los materiales de jardinería. Intentaba ayudarlo, sin ganas, sabiendo que lo que había sembrado mamá no tenía futuro, ni plantas, ni flores ni árboles. Nada florecía. Excepto por un pequeño tallo que brotó de la tierra y que mi padre insistía en que se parecía a mamá.
Ciudad
Seudónimo: Ave
Angie Milena Amortegui
8vo semestre
Facultad de Psicología
Hay un separador en la carretera con árboles sembrados sobre el, cuando el semáforo cambia a rojo una hilera de robles caminan por la cebra. Darío, observaba el humo de los carros que lo cubría todo empañando incluso su ventana. La nube negra rápidamente se disipa con el viento y él quedó a la vista de los otros siete árboles del separador. Se pregunta: ¿por qué estos no se pueden movilizar? El cemento que los cubría se veía más denso, pesado. Darío dispuso de más tiempo para ver, se estacionó. Los árboles son menos frondosos aunque es verano. Lo asombró el último árbol de la fila, ahora es de asfalto, rígido, tieso, doblemente pavimentado. Pensó: es otro tipo de desnudez causado por el hombre ¿son para embellecer o para respirar? Mientras tanto, la hilera de robles se camufla entre los postes para seguir su camino a un ambiente natural.
Jurado
Docentes de la institución, escritores y expertos en el género de microrrelato.
- Daniel Andrés Bonilla
- Camilo Andrés Rios Ariza